Jenna M. Weglarz-Ward
Debido al intenso enfoque en el logro académico que existe en las escuelas y los medios de comunicación, a veces se pasan por alto las habilidades sociales. Sin embargo, el desarrollo social-emocional pone los cimientos sólidos para el crecimiento y el aprendizaje de toda la vida.
Las habilidades sociales incluyen el desarrollo de relaciones con otras personas, la toma de turnos en el juego, la conversación y las rutinas diarias, y el aprender a integrar un grupo. Las habilidades emocionales incluyen las de reconocer los sentimientos propios y ajenos, aprender a controlar y expresar los sentimientos, buscar consuelo cuando se molesta y compartir los éxitos y las celebraciones. El desarrollo de estas habilidades empieza al momento de nacer y sigue durante toda la vida.
Vamos a ver cómo las habilidades sociales y emocionales se desarrollan en habilidades para toda la vida.
Desarrollar relaciones interpersonales provechosas
Las relaciones entre los niños y los adultos que los cuidan son las primeras y más importantes asociaciones de la vida. Estas relaciones son transaccionales por naturaleza. Esto significa que no sólo responde la madre o el padre a los esfuerzos, acciones e indicaciones del niño, sino que responde el niño a los del adulto también. Desarrollan juntos una relación, en la que responden, reaccionan y corresponden uno al otro. Los niños que se desarrollan en relaciones responsivas y seguras con los adultos que los cuidan muestran un desarrollo mayor en otras áreas, como por ejemplo en su pensamiento, su atención y su juego. Estas relaciones también enseñan a los niños que las relaciones con otros son provechosas y gratificantes, lo cual los anima a buscar relaciones con aun más personas, inclusive sus hermanos, compañeros de clase, maestros y, con el tiempo, sus propios hijos.
Comprender y controlar las emociones
Todos hemos pasado por algún momento en que era necesario controlar nuestras emociones para superar cierta situación, como por ejemplo cuando el jefe pide que hagamos sólo una cosa más y la lista de pendientes ya está repleta. Hay que poder reconocer cuando estamos abrumados y comprender cómo enfrentarnos con las emociones para completar la tarea. Los niños no son nada diferentes. Necesitan identificar y expresar tanto una gama de sentimientos como las maneras apropiadas de manejar cada uno. El desarrollo de estas habilidades mientras los niños son bebés y menores de 3 años de edad es importante para su preparación para la escuela. La regulación de sus emociones permite que los niños escolares focalicen en estar sentados, en prestar atención a sus maestros y otros alumnos y en completar tareas.
Tomar riesgos y ganar recompensas
La creación de relaciones fiables y responsivas con adultos permite que los niños tomen riesgos calculados en sus experiencias. El saber que alguien está disponible para ayudarlos como sea necesario les brinda un ambiente seguro y protegido en donde explorar y aprender.
Piense en un bebé que recién aprendió a gatear. Se aleja vacilante de su cuidador, se va cada vez más lejos y se voltea con frecuencia para verificar que su cuidador está listo para ayudarlo si lo requiere. Este niño no sólo mejora sus habilidades locomotoras, sino que también aprende más acerca de los objetos que encuentra (aquella motita en la alfombra) y resuelve problemas causados por los obstáculos que encuentra (aquella almohada que lo estorba en camino a su juguete preferido).
Más tarde en la vida, cuando los niños aprenden a leer, será necesario que tomen el riesgo de intentar leer nuevas palabras aunque no las hayan visto jamás. Tienen que ser capaces de darle todo y probarlo. Tal vez no lo hagan bien la primera ni la segunda vez, pero los niños saben que si no lo consiguen a la primera, hay que seguir intentándolo, justo como aprendieron cuando gateaban.
Llevarse bien con otros: ¡estabilidad laboral!
La capacidad de llevarse bien con otros es esencial para el éxito en el mundo. La causa más común de la pérdida de trabajo no es la falta de conocimiento, sino problemas con colaborar con otros, la inconsistencia, la deshonestidad y los egos inflados. El desarrollo de habilidades para trabajar con otras personas comienza cuando el padre y el bebé responden uno al otro durante una alimentación, o cuando el niño comparte un juguete favorito en la guardería, o espera que le toca hablar durante la cena, o comprende que Mamá está cansada y necesita un momento tranquilo. Todos estos eventos son importantes para navegar los altibajos de la vida.
Puede ser que le parezca una locura que acurrucarse ahora con su bebé impactará las calificaciones de los exámenes que hace él en la escuela secundaria superior, o que jugar a la pelota con su hija de 1 ó 2 años de edad impactará la carrera profesional que ella escogerá. Sin embargo, estas habilidades social-emocionales fundacionales realmente son habilidades de toda la vida que se requerirán para desarrollar las físicas, las lingüísticas y las de pensar, además de para hallar un lugar entre los muchos grupos de personas a quienes encontramos a lo largo de la vida.
Jenna Weglarz-Ward tiene la maestría en educación y es madre de cuatro niños que varían de edad entre 4 y 18 años. Está completando su título doctoral en educación especial infantil en la Universidad de Illinois.