Me llamo Lubna. Soy coordinadora de servicios y la madre de un niño que ha pasado por el programa de intervención temprana (E.I., siglas en inglés). Una de mis funciones actuales es la de ofrecer apoyo y esperanza a padres y madres; debido a esto, estoy dispuesta a compartir mi historia.
Mi hijo nació a las 24 semanas de gestación y pesaba sólo 1 libra con 3 onzas (540 gramos). Como a todas la primerizas, me esperaba un camino duro, pero se dificultó aún más cuando a mi hijo le diagnosticaron la parálisis cerebral. Nunca imaginaba lo difícil podría ser tener un hijo con un retraso en el desarrollo; pero eventualmente me di cuenta de que no hay mal que por bien no venga, ya que mi queridísimo hijo me ha enseñado un modo de vida distinto del que yo había planeado. Con el tiempo he soltado los sueños viejos de una “vida perfecta” y he descubierto sueños nuevos y maravillosos. Me asombran constantemente los talentos y habilidades con que me sorprende mi hijo.
Agradecemos la suerte de haber tenido un buen equipo de proveedores de atención médica, terapeutas y un coordinador de servicios E.I. Durante nuestros 3 años en E.I., todas las personas de nuestro equipo ofrecieron su apoyo y conocimiento, lo cual me ayudó a manejar los momentos difíciles. Mi hijo ya tiene 8 años y ha avanzado mucho más allá de donde empezó, haciendo un progreso significante mientras crece. Todavía trabajamos con él para apoyar sus habilidades mientras se desarrolla y (como aprendimos en E.I.) seguimos implementando su terapia en las partes ordinarias de nuestros días. Con el apoyo de nuestros familiares y amigos, lo que antes parecía una experiencia imposible se ha convertido en un camino mucho más fácil, y siento esperanza al ver que mi hijo está transformándose en una persona alegre y cariñosa. Me daría mucho gusto hablar con cualquier padre o madre de nuestro programa, y me puedo comunicar también con familias que hablan el árabe o el español. Estoy contenta de que mi experiencia sea útil para otros padres y madres.